Y gracias a ello comprobaba que no existe dolor suficiente que doblegue la voluntad de un corazón luchador.
Merece la pena cada herida, cada caída, cada estocada. Ella hace que todo, todo, merezca la pena.
Aquel guerrero comprendió, que luchaba por su vida, porque sin ella, la vida no tenía luz. Sin ella, la vida no era vida.
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