Hoy ha sido el día en el que después de más de tres años y medio desapareces.
Cincuenta pequeñas hojas que eran como cuchillos, que traían el amargo recuerdo del pasado.
Hojas en las que convivían sentimientos positivos y negativos, improvisaciones de ánimo y desánimo, frases textuales simplemente espeluznantes y brutalmente esclarecedoras, diversas estrategias de batalla, entremezcladas con textos con la tinta corrida por mis propias lágrimas.
Hoy ha sido el día en el que decidí que esa batalla había finalizado, por supuesto, con victoria.
Antepuse lo aprendido, caminado y vencido, a las certezas de lo inevitable, al dolor de la verdad de aquellos tiempos.Verdades que ahora son sólo sombras de sí mismas.
Decidí romper esas cincuenta pequeñas hojas. Todas salvo un pequeño extracto de una de ellas. Un puñal de frase textual que me seguía haciendo estremecer cada vez que volvía a leerla. Posiblemente la frase más dura que he oído en mis veintiséis años de vida, representando todos mis miedos y temores.
Ese pequeño extracto no fue a la papelera con el resto, ese merecía un final distinto.
Esa frase se ha convertido hoy en ceniza; ceniza que mis propias manos ha aplastado representando la victoria del presente frente al pasado, la victoria del perdón frente al rencor, la victoria de Dios frente a la oscuridad.
Te llevaré en forma de cicatriz hasta mi muerte, para recordar que tenerte miedo, ya no será ni tan siquiera una opción, no será ni tan siquiera una realidad.
Ceniza, ya sólo eres ceniza. Hasta nunca.
La vida, se abre camino.
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